martes, octubre 30, 2007

Perversión

La falta de conocimientos produce resultados anómalos. Algunas veces tan disparatados que mueven a risa. Y es que pretender quedar bien basándose en la ignorancia no deja de ser una terrible humorada.
Resulta que una embarazada primeriza, después de pasar su última revisión, fue a visitar a sus padres..
- ¿Qué tal te ha ido hija mía?, le preguntó su padre.
- Me parece que bien, aunque me ha dicho el ginecólogo que me van a inducir..
A lo que el señor, con aire fiero, contestó a gritos:
¡¡¡ A MI HIIIJA, NO LA INDUUUUCE NAAADIE!!!.

Tallas

Una de las personas más capaces que conozco me contaba hoy como fueron sus inicios laborales. Su experiencia me ha interesado sobremanera, pues creo que la preparación del individuo no debe centrarse en saber mucho de algo, sino en ser capaz de salir bien de la mayoría de las situaciones en que nos envuelve la vida.
Era joven e inexperta y lo único que la ofrecieron era vender puerta a puerta; lo que hoy, tan pusilánimes, calificaríamos como un puesto de ingeniero comercial. O sea, que tenía que vender un montón de pantys cada día; y para facilitarle la labor, de talla grande...
¡La imaginación al poder!. Y la personalidad. Los vendió todos. Consiguió convencer a los compradores de que la "G" que campeaba en las etiquetas correspondía a "General", talla universal, válida para todas las personas...

lunes, octubre 29, 2007

Cosas del oficio

Con motivo de las pasadas Fiestas del Pilar, el Heraldo de Aragón publicó el 12 de octubre un suplemento especial -Los rostros del Pilar- en el que cuentan cosas de la basílica. Un acierto. Nada de pompa y ceremonia, que alejan al hombre de la Intimidad.
Leyendo sus páginas, se recorre con amenidad el día a día del templo. Hay anécdotas sabrosísimas y una buena descripción social, pero me van a permitir que recoja lo que cuenta don Manuel Franco, quien durante tres horas diarias espera en su confesonario a que se acerquen los penitentes arrepentidos...
- Oiga, ¿me puede bendecir al niño?; y ya de paso, si no es mucho mal, el rosario...
- Y la Virgen ¿donde está?.
- ¿Va a haber misa?.
- ¡Perdone, perdone; es que creí que era la caseta de información!.

jueves, octubre 18, 2007

Expresividad

En mis años de vida, he visto de todo. Hoy por ejemplo, he sido espectador de una clara demostración de amistad entre dos de mis amigos. Pero bueno, que este blog no tié sentimientos y nasió p'apuntillá ar personá....
(Una amiga me ha preguntado esta mañana "cara a cara" si lo que sigue ha ocurrido verdaderamente. Si, sin ningún genero de duda.)
Como todas las tardes, ayer salimos mi mujer y yo a tomar un cafelito y nos encontramos a una de sus amigas. Tanto ella como su marido, gente sana, natural, nacidos en Ponferrada. Conservan su acento, en especial ella, lo que añade encanto a sus palabras.
Acaban de volver de Londres. Y allí, no les extrañe, hablan en inglés. Y nuestra protagonista y su marido no saben decir ni aquello de mai tailor is rich. Y el quería tomar un "cortao".. Y cada vez estaba más ansioso...
Así que se armaron de valor y entraron a un lugar con apariencia de servir cafés. And ..., no sabían como pedir un café cortado. Pero, díganme, ¿qué puede oponerse a una imaginación española?; ¿queeeé?.
El marido miró al camarero a los ojos, con fijeza, así como quien dice con hombría, y dijo con voz fuerte y clara ¡café!.
Mientras, presionaba y aflojaba -alternativamente- una teta de su mujer y emitía un sonido tal que así: ¡Pschii, pschiii, ..!.

martes, octubre 09, 2007

La verdadera razón de los gordos

A los gordos les sucede habitualmente lo que al tráfico urbano; de este hablan sesudamente unos sujetos que no utilizan el transporte público, pues para eso tienen auto oficial, y que están convencidos de que el populacho utiliza el utilitario particular, bien por joder al resto de los ciudadanos, bien porque les "pone" estancarse en un atasco. Y así resulta.
De la gente oronda se habla también con conocimiento de causa..; con cariño y eso. Parece como sí los consejos disolviesen los lipocitos como la absolución católica los pecados. Y así nos va.
Una tarde, de las muchas que he pasado alejado de mi familia, se conchabaron en mi contra el aburrimiento, la tensión del oficio y la soledad. ¡Y de pronto tuve unas ganas inmensas, enormes, apabullantes, de comer algo!. Me sentía como una fiera enjaulada recorriendo el sitio donde estaba.. Nada, nada en absoluto. Ní alpiste para los pajaritos.
Al fin, encontré algo... Un paquete de pan rallado y un bote de ketchup, abiertos hacía tiempo y a medio consumir. ¿Y?... Con furia, con pasión, con ..., con ¡qué se yo!, vertí el tomate sobre el pan, lo mezclé bien mezcladito y me lo comí....
Al finalizar, relajado y tranquilo, se hizo la luz en mi mente. El hombre feliz de las "Mil y una noches" no sólo no tenía camisa, sino que no tenía hipoteca... ¡Era un hombre delgado!.

lunes, octubre 08, 2007

Historia en un ascensor

Hete aquí que he pasado unos días en un pueblo de la costa mediterránea, años ha de pescadores y hoy más de turistas. En estos días de octubre, la clientela del hotel en que me alojo habitualmente suele ser extranjera, mayormente inglesa y holandesa; en su mayor parte, jubilados.
Españoles suele haber pocos y los que hay, normalmente recién casados; se les distingue porque suelen salir de su habitación a destiempo y de la sala de bañeras de hidromasaje, a corriditas y emitiendo risas jaraneras.
Una noche, a poco de llegar, tomé el ascensor del bar para subir a mi habitación. Mientras lo esperaba, se me unieron dos señoras de lacia y rubia melena, exquisitamente arregladas; de la quinta edad, más o menos. Cada una sostenía en su mano, a medio vaciar -aunque, quien sabe..- la última copa...
(Traduzco del inglés; deferencia de esta su casa)
-¿Huesped?
-Si
La pregunta escueta, la respuesta aún más; pues durante el corto diálogo transcrito, ambas me miraban intensamente con sus ojos claros, ligeramente acuosos, mientras quien esto les cuenta retrocedía hasta dar con su espalda en uno de los rincones traseros del ascensor.
Me salvó.., no la campana no; el elevador se detuvo en la planta de las damas, que levantaron sus copas con elegancia y me despidieron con un intenso, sensual, profundo... : "Descansa, muchacho".
Nunca olvidaré la duración de aquel "..booooeey".