domingo, enero 23, 2011

Comensales

He ido a comer a un buen restaurante. Créanlo. Dejaré de lado la comida, que he disfrutado, y les hablaré del entorno. Por estribor, un hipopótamo; es decir, un fulano grande y coloradote, de abundantes carnes y exuberantes tetas, calvo, cuyo aliño indumentario se reducía a una camisa de rayas, por fuera y encima del pantalón de chándal, y zapatos de rejilla con negros calcetines cortos de nailón. Insuperable.

Le he apodado El Fabuloso, pues cada vez que se le acercaba el servicio a preguntarle su parecer, contestaba raudo: ¡fabuloso, todo fabuloso!. No comentaré nada de su pareja -ahora se dice así-, pues, aunque iba a tono con él, la mujer no ha destacado más que por atender a sus dos hijas; estas, una de alrededor de cuatro años y otra más pequeña, que no se ha levantado de la trona que puso a su disposición el restaurante, si.

La mayor ha hecho carreras entre las mesas empujando con toda su alma la trona con su hermana, que, mientras, se dedicaba a dar hisopazos a todios con la cuchara con la que comía el puré. Dignos retoños de su progenitor ... -ahora se dice así-. Y es que las niñas dejaron sobre la mesa un juguete, una barra de plástico amarilla con un resorte rojo en uno de sus extremos que al presionarlo abría y cerraba unas pinzas azules en el otro. Y era grande, grande.. Así que el hipopótamo, como al descuido, ha cogido el chisme y se he puesto a hurgarse los mocos con las pinzas, procurando atraparlos presionando el resorte rojo. ¡Absolutamente espectacular!.

Por babor, una pareja cincuentona acompañada de otra de veintitantos y un, un .. no se como llamarlo de edad parecida. Este último parecía nerviosísimo y no paraba de echar grandes risotadas e intentar ligar con el servicio tuteándole como si fuesen colegas de toda la vida. Los camareros le miraban con cara de decirle: ¿no te das cuenta de que te atiendo porque pagas, soplapollas?.

De los más mayores, él era el padre de la chica joven y ella su pareja actual, no la madre de la muchacha. El hombre y el novio de la chica no han dicho ni mu; es más, el más mayor contemplaba el suelo constantemente como si pensase: señor, que pase pronto este descaraje. ¡Qué gran verdad!. La mujer mayor, cuya minifalda era mucho más corta que la corta minifalda de la más joven, charlaba con esta...

Joven: En mi boda querría antorchas de verdad (Novio, mirada de espanto)
Madre putativa: Tendremos que pensar algo por si llueve (compañero, hunde la cabeza en el suelo)
......
Joven: Así como creer en misas y eso, no...
Madre putativa: No importa, por la Iglesia es más bonito. Lo que pasa es que en España estamos muy atrasaos. ¡Si supiesen como yo la teoría liberal!.
......

Les dejo. Antes de emborracharme para olvidar, les aclararé que, por lo que entendí, la teoría liberal debe ser eso que se conoce como Teología de la Liberación. ¡Vaya torda!

lunes, enero 10, 2011

Todo un señor

Uno, aquí donde no lo ven, aunque alto, fuerte y, en fin, de buena planta, ni en sus mejores tiempos fue un tipazo. Así como del montón, tirando a anodino. De manera que como me gustaban las mujeres más que a un político el sillón, tenía que llevar a cabo finas aproximaciones, que tras sutiles tomas de contacto condujesen a la explotación del éxito (¡joder qué bien me ha salido!).

Tenía coche, en tiempos en que conseguía aparcar sin grandes problemas en Madrid, y eso comprenderán que facilitaba algo el asunto. Luego lo jorobaba que, dado mi exiguo sueldo, -sobre unas 11.000 pesetas, recuérdenlo para luego- no solía tener para gasolina. El resultado es que me aficioné a la lectura. Pero dejemos eso..

Atardecía en Santander.. Agosto. Noche cálida y sensual... Y a mi lado una mujer deliciosa. Había que completar la aproximación y entrar en contacto para valorar el borde anterior de la zona de resistencia. Así que pensé que era buena idea subir al mirador de Peña Cabarga, tomar algo allí y llevar a cabo la maniobra.

El bar, de estilo inglés. El barman, con más horas de vuelo que Lindberg, calvo y cuarentón, elegante dentro de su esmoquin, nos contemplaba displicente. Y uno que a falta de mayores méritos presumía de señor elegante, vio por el rabillo del ojo una botella de coñac Napoleón V.S.O. P.

Sonreí.., miré a la mujer.. (¡Te vas a enterar, hermosa!). Y así como quien no quiere la cosa, sin darle importancia, dije: "Napoleón, por favor". Decisión heroica, dado que mi bebida preferida era el batido de chocolate de la Lactaria Montañesa Sociedad Anónima. Ella, joven mujer al fin, una Coca Cola; excitante.

Cuando llevaba dos sorbos me vino de pronto a la mente una pregunta: ¿Cuanto me va a cobrar este por la copa?. Y es que la copa era una señora copa, campanuda, enorme.. Y se mascaba la tragedia. Todo mi capital eran 250 pesetas. En un instante, comencé a sudar, contestaba con monosílabos, el mundo me daba vueltas..

Pero el espíritu jinete, el código legionario y todo eso, me decidió a pedir la cuenta: "¿Qué se debe?". Alea jacta est. Imagínense si no me llegaba.. "Esto, hermosa, ¿sabes?, es que no tengo dinero...".

"Son doscientas cuarenta y dos pesetas, señor". 2 - 4 -2 ... Capicúa. Se me empezaron a aflojar los músculos.. Pagué, con mi mejor estilo, y sugerí con elegancia: "¿Nos vamos?". La flojera que se iba apoderando de mí casi me impedía caminar y cuando me senté en el coche, me temblaban las manos. Y es que, comprenderán, uno era todo fachada y había estado a punto de disolverme cual azucarillo en aguardiente. Por cierto; sigo siendo fachada..

La diarrea me duró una semana