Pues nada, que andaba la otra noche paseando con un demonio y un poeta, y como todo lo saben, el uno por malvado y el otro por leído, comentaban entre ellos si el plátano se toma mordisqueando cachitos de pan, como hago con cuanto arroz con leche se pone a mi alcance, o si es mejor acompañarlo de sopa de fideos.
¡Cuestión nada baladí, pensaba para mí!. Y en estas estaba cuando me di cuenta de que el demonio, como quien no quiere la cosa, arramplaba una bolsa de queso rallado y con este se hacia un bocadillo. ¡Pobre diablo!, pensé; debe pasar más hambre que un músico, que ya se sabe que están tocando pitos a todas horas, a ver si suena la flauta.
¡Pero no acabó ahí la cosa!. El poeta le dedicó unos versos a una niña hermosa, panadera por más señas, y esta, arrebolada, le regaló un panecillo con forma de alcachofa. Y el vate, cuya hambre era pareja, hízose un bocadillo de lentejas.
¡Órdigas, clamé!. ¡Tanta fame, diome sed!. Y recurrí a la bebida isotónica-recuperadora-energética de mis años mozos: Leche condensada con coca cola. ¡Con un par!. ¡Que uno es muy hombre!. Aunque ninguna se lo cree..
¡Cuestión nada baladí, pensaba para mí!. Y en estas estaba cuando me di cuenta de que el demonio, como quien no quiere la cosa, arramplaba una bolsa de queso rallado y con este se hacia un bocadillo. ¡Pobre diablo!, pensé; debe pasar más hambre que un músico, que ya se sabe que están tocando pitos a todas horas, a ver si suena la flauta.
¡Pero no acabó ahí la cosa!. El poeta le dedicó unos versos a una niña hermosa, panadera por más señas, y esta, arrebolada, le regaló un panecillo con forma de alcachofa. Y el vate, cuya hambre era pareja, hízose un bocadillo de lentejas.
¡Órdigas, clamé!. ¡Tanta fame, diome sed!. Y recurrí a la bebida isotónica-recuperadora-energética de mis años mozos: Leche condensada con coca cola. ¡Con un par!. ¡Que uno es muy hombre!. Aunque ninguna se lo cree..