¡Cuanto tiempo!. Más de un año... Pero lo anecdótico no depende de mí sino de sucesos que llegan a mis oídos y este último año no ha sido favorable en este aspecto, pues gracioso ha habido poco. Pero a lo nuestro.. Ayer por la noche me contaban algo ocurrido en un Servicio de Urgencias de cierto hospital público.
Viene a resultar que se presentó un fulano angustiado. Se había colocado en el pene -en este caso y por lo que leerán a continuación sería más apropiado llamarlo ciruelo- unos anillos de esos que al retener el flujo sanguíneo provocan que el miembro aumente de tamaño más de lo habitual. Fuese por lo que fuese, aquello no funcionó bien, el miembro adquirió un color amoratado, fue doliéndole más por momentos y lo que fue peor, era incapaz de quitarse los anillos.
Se intentaron varios procedimientos de .., de .. ¿extracción?. Fracasaron todos, desde los ungüentos varios a los alicates. Así que al médico que llevaba el asunto se le ocurrió cortar por lo sano; los anillos, no el ciruelo, no sean bestias. Y creyó que podía utilizar para tal menester una sierra radial del servicio de mantenimiento; así que pidió que acudiese con dicho útil el operario correspondiente.
Cuando este llegó, entró y vió, sabedor de lo que se le solicitaba, dijo que ¡ni leches! antes de casi desmayarse por el espectáculo. De modo que el médico no tuvo más remedio que ser él quien "operase" la máquina. El paciente se había quedado pálido y mudo, cuando asimiló lo que se pretendía, lo que no dejaba de ser muy conveniente.
Cortar a lo largo, dadas las sinusoides del lugar, era peligroso y complicado, así que decidió trabajar al bies y con todo cuidado se puso a ello.. El paciente, además de mudo y pálido, parecía no respirar. Logró cortar el anillo, pero este era tan sólido y rígido que no se abrió, así que, querido mío, tendré que serrar por la contraparte...
Con otro corte a 180º del anterior aquello terminó abriéndose. El fulano se desmayó. Y la gangrena de aquella cosa se evitó......
Viene a resultar que se presentó un fulano angustiado. Se había colocado en el pene -en este caso y por lo que leerán a continuación sería más apropiado llamarlo ciruelo- unos anillos de esos que al retener el flujo sanguíneo provocan que el miembro aumente de tamaño más de lo habitual. Fuese por lo que fuese, aquello no funcionó bien, el miembro adquirió un color amoratado, fue doliéndole más por momentos y lo que fue peor, era incapaz de quitarse los anillos.
Se intentaron varios procedimientos de .., de .. ¿extracción?. Fracasaron todos, desde los ungüentos varios a los alicates. Así que al médico que llevaba el asunto se le ocurrió cortar por lo sano; los anillos, no el ciruelo, no sean bestias. Y creyó que podía utilizar para tal menester una sierra radial del servicio de mantenimiento; así que pidió que acudiese con dicho útil el operario correspondiente.
Cuando este llegó, entró y vió, sabedor de lo que se le solicitaba, dijo que ¡ni leches! antes de casi desmayarse por el espectáculo. De modo que el médico no tuvo más remedio que ser él quien "operase" la máquina. El paciente se había quedado pálido y mudo, cuando asimiló lo que se pretendía, lo que no dejaba de ser muy conveniente.
Cortar a lo largo, dadas las sinusoides del lugar, era peligroso y complicado, así que decidió trabajar al bies y con todo cuidado se puso a ello.. El paciente, además de mudo y pálido, parecía no respirar. Logró cortar el anillo, pero este era tan sólido y rígido que no se abrió, así que, querido mío, tendré que serrar por la contraparte...
Con otro corte a 180º del anterior aquello terminó abriéndose. El fulano se desmayó. Y la gangrena de aquella cosa se evitó......