Estamos en fiestas. ¡Dios nos ampare!. Lo se por la cantidad ingente de basura y suciedad que hay en la calle y por ciertas piaras de individuos que descienden hacia el centro desde los aledaños ciudadanos. Se les distingue por ir disfrazados al estilo de Pamplona, a cuyo color blanco han añadido variadas manchas de vino y mierda callejera, por seguir una pancarta que parece resultado de un trabajo de manualidades de Primaria, por un andar de primate antropomorfo y por ir dando a beber vino a los niños que les acompañan.
Dado que aquí no hay traineras ni cucaña sobre la mar, decidí hace días reservar mesa para comer en un bar restaurante que les recomiendo, el "Urola". Y lo que me temía ha sucedido. Todos los comensales nos hemos sentado a la misma hora...
¡Impactante!. La familia del fondo con abuelos y niños ha organizado carreras de cochecitos, primero por la mesa y luego por el suelo; la de nuestro lado, con una composición parecida pero con niños más mayorcitos, se han dedicado a incitar a estos para que demostrasen al comedor cuantas habilidades tenían, pugilísticas incluidas; las tres mujeres sentadas a mi espalda, descendientes de King Kong, dado su tamaño, vellosidad e intenso trabajo con el palillo entre sus dientes, blandían nerviosas los cuchillos; y la cuarentona pequeñica, sentada frente a mí, embutida en unos pantalones cortos de franela gris en los que desaparecían unos pantys color vino, que le había comprado el enemigo, sacaba fotos sin parar a un abuelo desdentado.
¿Y todo por qué?. Pues porque la cocina no daba abasto. Y su jefe de cocina, de excelente oficio, ha preferido mantener la calidad antes que salir del paso. Así que el papelón ha sido para el servicio....
Los camareros entraban y salían nerviosísimos de la cocina, y como no sabían que hacer han improvisado.. A nosotros nos han ido suministrando agua y pan -dada la hora, nos comíamos hasta el mantel-, de cestito en cestito y botellita en botellita; a las King Kong tan pronto le ponían un plato hondo a una como un tenedor a otra, pero nada de vez; a la familia que hacía carreras de coches le han sacado un plato de anchoas, que dados los que estaban el que más ha tocado a una, pues han tenido que sortear entre ellos quien no las probaba. Y así....
Toda una experiencia. Hemos comido muy bien. En casi tres horas, pero muy bien....
Dado que aquí no hay traineras ni cucaña sobre la mar, decidí hace días reservar mesa para comer en un bar restaurante que les recomiendo, el "Urola". Y lo que me temía ha sucedido. Todos los comensales nos hemos sentado a la misma hora...
¡Impactante!. La familia del fondo con abuelos y niños ha organizado carreras de cochecitos, primero por la mesa y luego por el suelo; la de nuestro lado, con una composición parecida pero con niños más mayorcitos, se han dedicado a incitar a estos para que demostrasen al comedor cuantas habilidades tenían, pugilísticas incluidas; las tres mujeres sentadas a mi espalda, descendientes de King Kong, dado su tamaño, vellosidad e intenso trabajo con el palillo entre sus dientes, blandían nerviosas los cuchillos; y la cuarentona pequeñica, sentada frente a mí, embutida en unos pantalones cortos de franela gris en los que desaparecían unos pantys color vino, que le había comprado el enemigo, sacaba fotos sin parar a un abuelo desdentado.
¿Y todo por qué?. Pues porque la cocina no daba abasto. Y su jefe de cocina, de excelente oficio, ha preferido mantener la calidad antes que salir del paso. Así que el papelón ha sido para el servicio....
Los camareros entraban y salían nerviosísimos de la cocina, y como no sabían que hacer han improvisado.. A nosotros nos han ido suministrando agua y pan -dada la hora, nos comíamos hasta el mantel-, de cestito en cestito y botellita en botellita; a las King Kong tan pronto le ponían un plato hondo a una como un tenedor a otra, pero nada de vez; a la familia que hacía carreras de coches le han sacado un plato de anchoas, que dados los que estaban el que más ha tocado a una, pues han tenido que sortear entre ellos quien no las probaba. Y así....
Toda una experiencia. Hemos comido muy bien. En casi tres horas, pero muy bien....
2 comentarios:
A quién se le ocurre ir a comer fuera en fiestas !Supongo que sufrirías mucho hasta que te pusieron algo delante...
Pues es extraño , por que el servicio suele ser bueno y la comida " cojonuda".
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