He ido al dermatólogo. Una revisión, cuestión de rutina; manchitas que crecen y pican. Sin problemas. Pero luego de sobarme y semidespelotarme, va el tío y me suelta:
¿"Antiedad, antiarrugas"?, ha devuelto la pelota, con muy mala leche. (¡leche, leche, leche; cómo si no hubiera otra cosa en el mundo!).
Derrotado. Así voy a acostarme. No se si darme primero la limpiadora, luego la nutritiva, o al revés. Quizás me dedique a criar caracoles...
"Hidratante". "Nutritiva".
¡Laaa leche!, respondo.
"Eso", contesta el galeno. "Tiene usted que tratarse la piel. Como hacen las mujeres. Nutrir, flexibilizar. ¿A qué le pica en ocasiones?".(¿"Tas" gilipollas o qué?. ¡Sabrás tú lo que me pica...!)
Haciendo acopio de energía he entrado en una perfumería; nervioso, lo reconozco.. Con rostro impenetrable he inquirido a una dependienta: ¿Tiene leche corporal?; si, una de esas, hidratantes, he aclarado ante la intensa mirada de la mujer.¿"Antiedad, antiarrugas"?, ha devuelto la pelota, con muy mala leche. (¡leche, leche, leche; cómo si no hubiera otra cosa en el mundo!).
Nutritiva, sin más; ¿no ve como reluzco?, he contestado.
"Esta. Tiene baba de caracol. Le irá bien", dice, dice ...; ¡ni me atrevo a decir como lo dice!.Derrotado. Así voy a acostarme. No se si darme primero la limpiadora, luego la nutritiva, o al revés. Quizás me dedique a criar caracoles...