jueves, junio 11, 2009

Nunca me pierdo

Pues érase que se era la experiencia de una amiga muy simpática, casada y con dos hijos. Viene a resultar que tienen un coche, que conduce siempre el marido.. ¡Cosa más natural!. Y este, cuyo carácter hace que tengamos un cierto parecido, no se equivoca nunca.. O casi.

Un día cualquiera salieron de vacaciones. El marido había comprado para el coche uno de esos navegadores fantásticos que aunque no sepas donde vas te llevan hasta la mismísima puerta. El problema es que, como toda máquina, hay que introducirle -¡qué soez!- los datos pertinentes, lo que la mayoría de los mortales, excepto el fulano que la desarrolla, no consiguen saber jamás como se hace.

Nada más comenzar a moverse el coche el chirimbolo se puso a dar órdenes como un descosido.. "En.. la.. próxima.. rotonda.. gire ..", "tome.. la.. primera.. salida..", "re..cal..cu..lan..do".., sin que le hiciesen caso alguno, pues bien sabían ellos como ir desde su casa a la autopista. Y así siguió la cosa...; tanto y tan pesado se puso el asunto que el marido arrancó no se que cable y lo dejó para criar malvas.

Así que cuando llegaron a su destino, cuyo callejero desconocían, no tenían ni idea de por donde ir. En esas circunstancias la costumbre familiar era que la mujer bajase la ventanilla y preguntase..., mientras su marido mantenía impávido el ademán y firmes sus manos sobre el volante.

Pero ante la sorpresa familiar, en esta ocasión, ¡él! asumió la dirección en momento tan crítico. "Tranquilos, que le preguntaré a ese hombre", dijo mientras aproximaba el coche a la acera, bajaba la ventanilla y pronunciaba un claro "por favor" dirigido a un lugareño que estaba de pie y apoyado en una esquina..

¿Ustedes vosotros sabéis aquello de las Leyes de Murphy, verdad...?. El nativo o lugareño se acercó al conductor, de manera que apreciaron que algo raro había en él, como que sus gestos no eran los habituales... El marido, impávido, le preguntó: "¿Podría indicarme como ir a ..?.

En un instante, aquel buen hombre -cual Tony Leblanc en "Los tramposos" (clic sobre el cartel)-, pegando un codo al cuerpo mientras subía el hombro e inclinaba la cabeza al mismo lado, comenzó a ganguear en voz bien alta y con gran rapidez algo que resultaba del todo incomprensible.

El marido conductor, sin inmutarse, dió las gracias al primer respiro de tan amable ciudadano y arrancó como un cohete... Se sumergió cual suicida en una de esas rotondas estrambóticas que existen en toda carretera que quiera acumular accidentes y comenzó a dar vueltas.. "¿Pero sabes a donde vamos, qué te ha dicho?", le preguntó ingenua su amantísima esposa, mientras sus hijos callaban prudentes.. "¡¡¡No tengo ni zorra idea y no he entendido nada!!!, respondió el marido con los ojos inyectados en sangre, mientras aceleraba y salía por donde el buen Dios le dió a entender.

Su familia, permaneció muda unos instantes.. Luego, aunque mantuvieron los labios bien "pretos", una risa desmadrada y silenciosa infló sus tiernos y sonrosados mofletes.....

4 comentarios:

Silvia dijo...

No te pega en absoluto, ¿pero esto no será la típica excusa de "Tengo un amigo que..." que se emplea para no reconocer algo vergonzante de uno mismo?

Yo me imagino en ese coche y me veo con las lágrimas de risa rodando por las mejillas, más o menos como ahora al imaginarlo.

Besos

Cafe au lait dijo...

En todos los pueblos patrios sin excepción siempre ha habido un cura, un comandante de puesto de la Benemérita, un médico, una puta y un tonto del pueblo oficial. ¡Hay que tener tino para toparse con él, caramba!

Manolo dijo...

Esos aparatos de GPS funcionan estupendamente (menos cuando no lo hacen), sobre todo si se actualizan los mapas. Tengo uno por ahí que cuando lo compré lo ponía para ir al trabajo, y el chisme encontraba rutas con menos tráfico que yo.

Anónimo dijo...

Manolo :Va por usted !ofrezco GPS barato y usado sólo una vez...