Me van a permitir ustedes que no dé nombres, ní del lugar ní de las personas. Creo que la anécdota es muy simpática y merece conocerse, pero no me gusta molestar a nadie. A quien la conozca no le descubro nada nuevo y a quien no, sólo pretendo regalarle una sonrisa.
Pero como es bueno ayudar a la imaginación del lector, diré que se produjo en un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza..
El excelentísimo y reverendísimo señor arzobispo había acudido al lugar para administrar el sacramento de la Confirmación. Pudiera haber delegado, pero, por razones que no vienen al caso y queriendo dar realce al acto, acudió en persona.
Las fuerzas vivas de la localidad decidieron echar el resto. Y el párroco, con más interés que nadie. Les pareció muy apropiado que alguno de los niños recitase una poesía, como muestra de agradecimiento a Su Excelencia.
La iglesia estaba a rebosar. Luces, alfombras, .. Los bancos reservados. El pueblo, atrás. Las esposas con peineta. Las mujeres y los hombres de domingo. El practicante pendiente del párroco, a punto de que le diese un "parabien" (término usado en mi pueblo para describir el estado de quien ha reventado " la caldera" por exceso de presión). Presidiendo, la "cátedra" para el obispo y frente a ella un pequeño pedestal desde el que una niña de nueve años iba a declamar la oda...
Quizá el párroco recordó en ese instante que le había dicho a la niña: "Nada, nada, recita según tu voluntad".
Subiose la chiquilla a sus alturas, silenciose el gentío, sonriose el prelado, tembló el parroco..
Pero como es bueno ayudar a la imaginación del lector, diré que se produjo en un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza..
El excelentísimo y reverendísimo señor arzobispo había acudido al lugar para administrar el sacramento de la Confirmación. Pudiera haber delegado, pero, por razones que no vienen al caso y queriendo dar realce al acto, acudió en persona.
Las fuerzas vivas de la localidad decidieron echar el resto. Y el párroco, con más interés que nadie. Les pareció muy apropiado que alguno de los niños recitase una poesía, como muestra de agradecimiento a Su Excelencia.
La iglesia estaba a rebosar. Luces, alfombras, .. Los bancos reservados. El pueblo, atrás. Las esposas con peineta. Las mujeres y los hombres de domingo. El practicante pendiente del párroco, a punto de que le diese un "parabien" (término usado en mi pueblo para describir el estado de quien ha reventado " la caldera" por exceso de presión). Presidiendo, la "cátedra" para el obispo y frente a ella un pequeño pedestal desde el que una niña de nueve años iba a declamar la oda...
Quizá el párroco recordó en ese instante que le había dicho a la niña: "Nada, nada, recita según tu voluntad".
Subiose la chiquilla a sus alturas, silenciose el gentío, sonriose el prelado, tembló el parroco..
(¡A grito pelao!)
Ay mamá Juana
que feliz me siento
bebiendo una copa de
¡¡Anís de La Asturiana!!
Ay mamá Juana
que feliz me siento
bebiendo una copa de
¡¡Anís de La Asturiana!!
6 comentarios:
Sonrisa regalada, sonrisa aceptada.
La guardaré en un lugar bien visible, que no es cuestión de esconderla :-)
Besos
Turu... Yo he estado en una boda en la que, en medio del estupor del párroco, en la tercera lectura, una prima de los contrayentes se subió al atril con un texto fotocopiado del "Señor de los Anillos"... imagínate :-)
Turu, caboblanco, conocéis a una gente muy rara....
jajajajaja
Divertísidima anécdota.
Me hubiera gustado ver la cara del arzobispo. Seguro que eso sí que era todo un poema :-)
Pues yo, lo más raro, y triste, que conozco en una iglesia ocurrió en una boda en el Real Seminario de San Carlos de Zaragoza.
Una de las familias tenía problemas entre sus miembros y parte de ella no había sido invitada. Debieron sentirse muy ofendidos pues en plena ceremonia aparecieron...
Inmediatamente, comenzaron a discutir; luego a vociferar. Y terminarón a bofetada limpia. El sacerdote clamaba por el micro: ¡Por Dios, que están en la iglesia, por Dios!.
Álguien llamó a la policia, que entró en el templo y tuvo que sacudir a alguno para separarlos....
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