Sigamos contando cosas de clase. Esto de ser estudiante tiene su aquel. A veces parece un circo. Os cuento...
Ya os dije en el artículo anterior que la clase era pequeña. Lo que no comenté es que no es en anfiteatro, o sea que los alumnos estamos todos al mismo nivel y aunque la pantalla de proyección es grande siempre hay un cabezón entre la parte baja de la imagen y tú. Para terminar la descripción os diré que hay un pasillo en mitad de nuestros asientos, desde la primera fila hasta la pared del fondo. Y yo, atrás; para vigilar todo...
Hoy estudiábamos la cerámica Mochica. "Vasijas retrato"...; ¡preciosas, si señor!. "Y ahora, amados alumnos -dice el profe- trataremos sobre las llamadas vasijas eróticas...". Y el buen hombre, dueño de la situación, coge el mando del proyector y .... -silencio sepulcral, nucas femeninas tensas, absoluto repantingue masculino- ¡¡tacháaaaaan!!... Proyecta la imagen de un hombre Moche, semiarrodillado y en pelota.
El fulano guapo no era, para que os voy a engañar. Pero estaba "en bolas". Y era cerámica erótica. Algo habría.., ¡vamos digo yo!. Y como su imagen ocupaba toda la pantalla, las partes pudendas quedaban abajo del todo; de la pantalla...
Así que para comprobar lo que había que comprobar, de golpe, los de la izquierda del pasillo se han inclinado a la derecha y los de la derecha a la izquierda... Y de la emoción uno s'asmorrao.
¡Cómo niños, que son como niños!. Pero hay que reconocer que los Moches eran majos. Unos cachondos. Resulta que estas vasijas servían para lo que en España sirven los botijos, para aplacar la sed del caminante. Y en especial la de los amigos que les visitaban...
Así que, con total amabilidad, muy serios y comedidos, preguntaban: ¿Agua fresquita?, ¿si?. ¡Niñoooo, trae el botijito....!
Ya os dije en el artículo anterior que la clase era pequeña. Lo que no comenté es que no es en anfiteatro, o sea que los alumnos estamos todos al mismo nivel y aunque la pantalla de proyección es grande siempre hay un cabezón entre la parte baja de la imagen y tú. Para terminar la descripción os diré que hay un pasillo en mitad de nuestros asientos, desde la primera fila hasta la pared del fondo. Y yo, atrás; para vigilar todo...
Hoy estudiábamos la cerámica Mochica. "Vasijas retrato"...; ¡preciosas, si señor!. "Y ahora, amados alumnos -dice el profe- trataremos sobre las llamadas vasijas eróticas...". Y el buen hombre, dueño de la situación, coge el mando del proyector y .... -silencio sepulcral, nucas femeninas tensas, absoluto repantingue masculino- ¡¡tacháaaaaan!!... Proyecta la imagen de un hombre Moche, semiarrodillado y en pelota.
El fulano guapo no era, para que os voy a engañar. Pero estaba "en bolas". Y era cerámica erótica. Algo habría.., ¡vamos digo yo!. Y como su imagen ocupaba toda la pantalla, las partes pudendas quedaban abajo del todo; de la pantalla...
Así que para comprobar lo que había que comprobar, de golpe, los de la izquierda del pasillo se han inclinado a la derecha y los de la derecha a la izquierda... Y de la emoción uno s'asmorrao.
¡Cómo niños, que son como niños!. Pero hay que reconocer que los Moches eran majos. Unos cachondos. Resulta que estas vasijas servían para lo que en España sirven los botijos, para aplacar la sed del caminante. Y en especial la de los amigos que les visitaban...
Así que, con total amabilidad, muy serios y comedidos, preguntaban: ¿Agua fresquita?, ¿si?. ¡Niñoooo, trae el botijito....!