Dime niño -pregunta el cura- ¿quienes son los ángeles?. Pues según usted, espíritus puros -contesta el mocé-; pero según mi padre, cabecicas con alas...
El Venancio va en su burra por la plaza del pueblo; el semoviente frena en seco y el jinete sale despedido por encima de las orejas. El Cirilo, que ha asistido al incidente sentado en un banco a la solana, le dice: -Rediós, Venancio, cómo se conoce que la burra es tuya, que bajas p'ande quieres.
Un periodista llega a un paraje montañoso para hacer un reportaje sobre la vida del lugar.
Aborda a uno de los aldeanos y le dice:
- Por favor, cuénteme algo anecdótico de esta región.
El aldeano comienza:
- Una vez se perdió una cabra de nuestro rebaño, y como es la costumbre, nos reunimos todos los de la aldea, bebimos unas botellas de vino y salimos juntos a buscarla al monte. Cuando la encontramos, como es la costumbre, volvimos a beber y uno por uno hicimos sexo con la cabra...
El periodista interrumpe:
- Oiga, que este reportaje será público... Mire, mejor me cuenta algo alegre de la región.
- Bien; una vez se perdió en el monte la mujer de un vecino y, como es la costumbre, todos bebimos y salimos en su búsqueda. Al encontrarla, como es la costumbre, bebimos y cada uno hizo sexo con ella.
El periodista no soportó más y con el fin de evadir ese tema, le dijo al aldeano:
- Mire, mejor cuénteme algo triste.
El aldeano, limpiándose una lágrima que comenzaba salir de sus ojos, continuó:
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El Venancio va en su burra por la plaza del pueblo; el semoviente frena en seco y el jinete sale despedido por encima de las orejas.
El Cirilo, que ha asistido al incidente sentado en un banco a la solana, le dice:
-Rediós, Venancio, cómo se conoce que la burra es tuya, que bajas p'ande quieres.
Un periodista llega a un paraje montañoso para hacer un reportaje sobre la vida del lugar.
Aborda a uno de los aldeanos y le dice:
- Por favor, cuénteme algo anecdótico de esta región.
El aldeano comienza:
- Una vez se perdió una cabra de nuestro rebaño, y como es la costumbre, nos reunimos todos los de la aldea, bebimos unas botellas de vino y salimos juntos a buscarla al monte. Cuando la encontramos, como es la costumbre, volvimos a beber y uno por uno hicimos sexo con la cabra...
El periodista interrumpe:
- Oiga, que este reportaje será público... Mire, mejor me cuenta algo alegre de la región.
- Bien; una vez se perdió en el monte la mujer de un vecino y, como es la costumbre, todos bebimos y salimos en su búsqueda. Al encontrarla, como es la costumbre, bebimos y cada uno hizo sexo con ella.
El periodista no soportó más y con el fin de evadir ese tema, le dijo al aldeano:
- Mire, mejor cuénteme algo triste.
El aldeano, limpiándose una lágrima que comenzaba salir de sus ojos, continuó:
- ¡Una vez yo me perdí en el monte!
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