Un amigo mío mantiene que hay que celebrar todos los récords, sean de lo que sean, que batir uno tiene mucho mérito. Explicaba que comenzó a hacerlo a raíz de un boletín de notas escolar de su hijo; me contaba que, por suspender, había suspendido hasta el recreo. Y, clamaba, ¡eso es un récord difícil de superar!.
Pues bien. Creo que lo he conseguido. Lo he superado. Amorrarme al pilón, o sea ponerme a comer algo, y mancharme, es todo uno; tardaré más o menos, pero lo logro. Especialmente, la corbata.
A lo que iba. Me he pringao de chocolate la camisa. El récord se origina en que durante toda la cena no he probado ni me han servido plato o bebida que tenga algo de chocolate. La NASA está en ello, investigando....