lunes, octubre 08, 2007

Historia en un ascensor

Hete aquí que he pasado unos días en un pueblo de la costa mediterránea, años ha de pescadores y hoy más de turistas. En estos días de octubre, la clientela del hotel en que me alojo habitualmente suele ser extranjera, mayormente inglesa y holandesa; en su mayor parte, jubilados.
Españoles suele haber pocos y los que hay, normalmente recién casados; se les distingue porque suelen salir de su habitación a destiempo y de la sala de bañeras de hidromasaje, a corriditas y emitiendo risas jaraneras.
Una noche, a poco de llegar, tomé el ascensor del bar para subir a mi habitación. Mientras lo esperaba, se me unieron dos señoras de lacia y rubia melena, exquisitamente arregladas; de la quinta edad, más o menos. Cada una sostenía en su mano, a medio vaciar -aunque, quien sabe..- la última copa...
(Traduzco del inglés; deferencia de esta su casa)
-¿Huesped?
-Si
La pregunta escueta, la respuesta aún más; pues durante el corto diálogo transcrito, ambas me miraban intensamente con sus ojos claros, ligeramente acuosos, mientras quien esto les cuenta retrocedía hasta dar con su espalda en uno de los rincones traseros del ascensor.
Me salvó.., no la campana no; el elevador se detuvo en la planta de las damas, que levantaron sus copas con elegancia y me despidieron con un intenso, sensual, profundo... : "Descansa, muchacho".
Nunca olvidaré la duración de aquel "..booooeey".

7 comentarios:

Silvia dijo...

Es que un hombre atractivo, sólo, en un ascensor tiene su morbo. El poco espacio, el perfume, los roces...
Tus rubias seguro que esa noche se fueron más contentas que unas castañuelas a la cama después de haberse cruzado contigo.
Kisses, boooooeey

Anónimo dijo...

Te imagino con cara de "what" a los embates de las güeras...que divertido...

Seguro que se la han pasado de poka a tus costillas, no entiendo como no les diste entrada para que el que se divirtiera fueras tu...digo no??

Me imagino que vale mucho la pena el conocerte...con estas anécdotas, vaya que si!!

Mar dijo...

Sólo de vista se comportan así, ya no te digo si encima te conocieran... de allí no sales, maño.
Besos!

Cobre dijo...

Lo siento, pero a estas señoras, sean de la edad q sean, las tengo q llamar lentas de reflejos.... No me fastidies!. ¿No se fijaron en un botoncito q suele haber en todos los ascensores en el cual en letras bien colorás pone stop????.
Anda q te ibas a escapar tú! (me lo pones a huevo!).

Si eso hubiese sucedido en Cuenca te hubiesen dicho: ve pa'cá q testrozo!!!

Beszos, Tururú! ;)

Anónimo dijo...

Con semejantes "guayabos" no le queda a uno más que intentar adquirir invisibilidad o encomendarse a Santa Margarita María de Alacoque.

Anónimo dijo...

:-)
Quién dijo que a la quinta edad no se puede hablar y mirar de forma intensa, sensual y profunda, de manera que tu compañero de ascensor no se quede con un "ligero" temblor de piernas?

A disfrutarlo

Besiños

Ana María dijo...

¿Quinta edad? Caballero me puede usted decir a cual pertenece, es pa hacerme una idea de la mia, así sabré si puedo asustarlo :).