miércoles, septiembre 03, 2008

El hogar

Calentito. Tan pronto como me han contado lo sucedido os lo cuento, que ya sabéis que soy un marujo cotilla. Pues viene a resultar que en esta ciudad de calores veraniegos infernales, hay una parroquia denominada del Portillo -si, donde la catalana y esposa de suboficial conocida como Agustina les dió p'al pelo a los franceses dando fuego al cañón-.
Y su párroco tuvo que asistir a una anciana en trance de muerte, reconfortándola con los auxilios espirituales y acompañándola en momentos tan delicados. El buen hombre se esforzaba en consolarla, explicándole que iban a terminar todos sus dolores y preocupaciones, que estaría en paz y maravilla por los siglos de los siglos y que moraría en la casa del Padre...

La dulce ancianita levantó la mirada acuosa hacia el párroco y con voz débil, le dijo con suavidad:
"Desengáñese mosen. Como en casa de una, ¡en ningún sitio!"

5 comentarios:

Silvia dijo...

Lo de la dulce ancianita es casta y lo demás tonterías. Yo de mayor quiero ser como ella.
Un beso, cotilla

Silvia dijo...

Infernal, lo que se dice infernal, el calor en tu ciudad tampoco lo es, ¿eh? Al menos según mi reciente experiencia...

Anónimo dijo...

Genial ! así es mi gente..
Curri

Oshidori dijo...

En la susodicha parroquia de Ntra. Sra. del Portillo, se venera, y besa, una reliquia de Santa Águeda. Quizá imprimió carácter a la mujercica.

Cobre dijo...

Ahí ahí, muy buena la señora; y solo le faltó decirle q se dejara de auxilios espirituales y le diera drogas!.

Otro besazo, reguapo!